miércoles, 13 de junio de 2012

La Autoestima de los Hijos


¿Qué es la autoestima?
Autoestima es aquella imagen que formamos de nosotros mismos, a esta imagen podemos darle un valor, ya sea positivo o negativo.
Lo anterior va a derivar de nuestras experiencias con nuestros padres, hermanos, amigos cercanos, maestros, profesores y la sociedad en general.
Todos construimos una imagen propia, esto es ineludible, ya sea mi imagen como padre, como esposa, como estudiante, como novia, como trabajador, entre otras.  De la misma manera, el niño va formando su propia imagen;  como estudiante, como amigo, como hijo.  Por tanto y como se explica, no hay un solo tipo de autoestima.
La autoestima no es algo genético, no es algo que traemos al nacer, es una construcción que vamos gestando a partir de nuestras diversas experiencias e interacciones con el entorno.  La buena noticia, es que al ser algo que construimos, que aprendemos, es una circunstancia que pude ser modificada, lo que indica que no necesariamente una persona va a tener su autoestima baja toda su vida y viceversa.
Es normal que algunas circunstancias o el paso por las diferentes etapas de nuestra vida puedan desestabilizar nuestra autoestima, un ejemplo muy claro, es la etapa de la adolescencia.
Los primeros cuatro años de vida y la adolescencia, son periodos críticos en la formación de la autoestima del ser humano.
Se puede analizar la autoestima en tres diferentes dimensiones: 
  • El nivel: se refiere a si esta es alta o baja.
  • El valor/dirección: hace énfasis en si es positiva o negativa.
  • El contexto: tiene que ver con la formación, contexto social y cómo influye.
 
Cuando nos referimos al tema de autoestima, no basta con hacer referencia a si es alta o baja, es necesario también tener claro si esta es positiva o negativa.  Lo ideal es que las personas tengan una autoestima alta y positiva.  Algunos estudios revelan que los delincuentes tienen autoestima alta, pero negativa.

Formación de la autoestima:
Vas a depender de las diferentes experiencias que acumulemos en la interacción con nuestros padres, amigos, hermanos, familia, escuela, maestros y demás. 
·      Entre los 0 y los 2 años (primera infancia): Empezamos con algo tan sencillo, tan natural y primario, como el contacto físico. Cuanto más contacto con el bebé hay un mejor crecimiento y desarrollo, estimulamos sus sentidos y se sienten queridos. Los ambientes distantes, las relaciones frías, y no digamos ya las hostiles, provocan niños más inestables y que “se quieren” menos. Tocar al bebé es clave para su desarrollo, y una fuente de beneficios para todos.
 
·      En los niños de 2 a 6 años (segunda infancia):   La autoestima se basa especialmente, en su percepción de aceptación por parte de sus padres y en menor medida de sus iguales.  Los padres desempeñan la función de ser espejos de sus hijos en su autovaloración de sí mismos.  Por eso, es importante que las correcciones se hagan sobre la acción y no sobre la persona, evitando calificaciones personales.  Es más positivo decide: ” Tu cuarto esta desordenado ” que sos un desordenado”, ” Hoy llegaste a tiempo” en vez de decirle “sos un impuntual”.  Esto es importante porque si las personas más significativas son sus padres y ellos son el espejo donde él se mira y estos padres continuamente lo califican en negativo, es probable que el niño se vea como un desordenado, impuntual, inútil, malo y no digno de afecto.
 
·      Entre los 6 y 12 años (tercera infancia): En la formación de la autoestima entran otras dimensiones como: el aspecto y la competencia física, la competencia académica y la competencia social.  El entorno social del niño se amplia y aparecen nuevas figuras significativas:  sus maestros y compañeros de escuela.  Sin embargo los padres o tutores siguen jugando un papel fundamental en el proceso educativo del niño en edad escolar, desde el punto de vista del desarrollo de su autoestima, auto control y sentido de trascendencia.
 
¿Quiere que su hijo desarrolle una autoestima alta y positiva?
  • Revise su propia autoestima, lo que la ha favorecido u obstaculizado. 

  • Ante su hijo y lejos de él sea siempre veraz y genuino. 

  • Comparta su valioso tiempo con su hijo. 

  • Acepte a su hijo como es y no como usted cree que debería ser. 

  • Háblele en forma positiva. 

  • Evite gritarle, si está muy molesto (a), retírese.

  • Respete a su hijo: escúchele con interés, mírelo cuando Ie habla, deje lo que está haciendo o dígale que en ese momento no puede prestar la atención que se merece, que espere un momento.

  • No lo etiquete: censure la conducta no al niño o joven. 

  • Demuestre confianza en él, de modo que pueda creer en sí mismo.

  • Dele responsabilidades para que tenga oportunidad de desarrollar sus capacidades.

  • No lo sobreproteja, no lo supla. Ayúdelo. No lo deje hacer cosas que están por encima de su capacidad.

  • Evite compararlo con sus compañeros, amigos, hermanos o primos. 

  • No interfiera cuando esté tratando de resolver el solo un problema. Deje que se equivoque.

  • Ante un pedido de permiso explique el porqué si y el porqué no. 

  • Enfatice sus progresos y habilidades: estimular es más importante que elogiar. EI estimulo fomenta la cooperación, el elogio, la recompensa.

  • Reconozca y valorice sus esfuerzos y no solo sus logros finales. 

  • No lo avergüence en público. Si debe corregirlo, hágalo en privado, no frente a sus hermanos y amigos.
 
“El amor a uno mismo es el punto de partida del crecimiento de la persona que siente el valor de hacerse responsable de su propia existencia”   
Viktor Frankl
 
 
Dra. Laura Camacho Alfaro
Licenciada en Psicología
Clínica Arvicana
Tél. 2560-8001

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