Por
JOSÉ A. RODRÍGUEZ
La implicación de los padres es
fundamental para que los hijos pierdan el miedo a la oscuridad quedarse solos
en su habitación con las luces apagadas. El miedo a la oscuridad de los
más pequeños es uno de los motivos más frecuentes de consulta a psicólogos y
psiquiatras, por ser una de las fobias más habituales entre los niños. Una
nueva terapia desarrollada por investigadores españoles tiene, según estos, una
gran efectividad para ayudar a los niños a superar su fobia.
El miedo a la oscuridad se
desarrolla, a menudo, a partir de los 18 meses de edad. Es muy habitual, sobre
todo, entre los cuatro y los seis años. Para un niño, la oscuridad puede ser el
lugar donde se ocultan los fantasmas o los monstruos que ha visto en alguna
película. Se puede manifestar con berrinches o ansiedad cuando hay que ir a la
cama. Incluso, algunos niños no quieren pasar la noche en casa de amigos o
familiares por este motivo.
MIEDOS: EVOLUTIVOS Y DESADAPTATIVOS
Entre los 18 meses y los ocho o nueve
años de edad, el temor a la oscuridad está considerado como un miedo
evolutivo, es decir, que forma parte integral del desarrollo psicológico
normal del niño. La mayoría son transitorios y no dificultan la vida cotidiana
del niño. La diferencia entre estos y los denominados desadaptativos es que los
últimos se manifiestan con una elevada intensidad o interfieren de forma
importante en el comportamiento de los niños en el entorno familiar, de amigos
o en el colegio.
Aunque a partir de los ocho o nueve
años este disminuye, se calcula que cerca de un 2,3% de los niños lo mantienen.
En este caso, es un miedo desadaptativo.
CONTRA EL MIEDO A LA OSCURIDAD
Una consigna importante es no obligar
al niño a enfrentarse a situaciones de oscuridad si muestra mucha resistencia a
hacerlo
Según una investigación conjunta de la
Universidad de Murcia y la Universidad Miguel Hernández de Elche, el
tratamiento para superar el temor a la oscuridad debe realizarse en casa, con
la participación activa de los padres. Para los especialistas, el factor clave
es que los padres jueguen con el niño para que este se enfrente al miedo como
si fuera un juego. De esta forma, dicen los expertos, se consigue que, poco a
poco, el niño sienta menos aprensión a la oscuridad.
Para llegar a esta conclusión, los
investigadores realizaron un estudio con 32 niños de entre cinco y ocho años de
16 colegios de las provincias de Albacete y Murcia. Eran niños que aseguraban
sentir "mucho miedo" a la oscuridad. Antes, se había descartado que
sufrieran algún trastorno de ansiedad u otro problema psicológico.
EL JUEGO PARA SUPERAR EL MIEDO
Los progenitores se reunieron con los
terapeutas una vez por semana durante ocho semanas. En las primeras sesiones,
que duraban 60 o 90 minutos, se les explicaba en qué consistía el miedo a la
oscuridad y se les enseñaba cómo actuar con sus hijos cuando lo manifestaran.
La principal consigna era que debían mostrarse valientes. De esta forma, se
convertían en un modelo seguro que no reforzaba el miedo del niño.
También enseñaban a los padres los
juegos que podían realizar con sus hijos y qué hacer en el caso de que el niño
se negara. En estos juegos, el niño se enfrentaba a situaciones con niveles
crecientes de oscuridad y podía darse cuenta, de forma gradual y con la
presencia estimulante y protectora de sus padres, de que no pasaba nada por
estar sin luz. Otra consigna importante era no obligar al niño a enfrentarse a
situaciones de oscuridad si mostraba mucha resistencia a hacerlo. También les
instruían para que dijeran a sus hijos que se comportaban de una forma valiente
y reforzar así su atrevimiento.
Según los resultados, al finalizar el
tratamiento, un 95% de los niños habían logrado superar su miedo a la oscuridad
y dormían a oscuras y sin la compañía de los progenitores. Además, los
investigadores aseguran que este tipo de tratamiento también tiene éxito para
combatir otras fobias infantiles, como las relacionadas con los ruidos fuertes
o los animales, entre otros.
LOS MIEDOS DE LOS NIÑOS
Los miedos infantiles constituyen un
factor casi constante en el transcurso del crecimiento. Como señalan algunas
investigaciones, entre los más frecuentes destacan el temor a la oscuridad, a
los animales (sobre todo a los perros, que pueden morder), a los fantasmas, a
las personas extrañas u otros monstruos de la imaginería popular. A partir de
los ocho años, se desarrollan otros como el miedo a la muerte, que se puede
manifestar con una preocupación excesiva del niño por su estado de salud.
Dra. Laura Camacho Alfaro
Clínica Arvicana – Heredia – Tel. 2560-8001
Centro Clínico Orozco - Tibás Tel. 2241- 4053.
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