jueves, 24 de mayo de 2012

Mi hijo no quiere comer


¿Se molesta tu hijo cada vez que se sienta a la mesa? A menudo, para muchas familias, la hora del desayuno, almuerzo o cena se convierte en una verdadera lucha y en una guerra continua entre padres e hijos. ¿Qué debemos hacer cuando el niño no quiere comer? La base fundamental es de todo es no perder la calma.

Probablemente la actitud de rechazo del niño a los alimentos perturbará el compartir familiar y puede resultar bastante molesto, sin contar con la impresión de tener que ceder ante el poder del niño, es importante no perder la paciencia ante un hijo inapetente y no ceder ante la presión que ejerce.
La relación del niño y de la madre está estrechamente vinculada con la alimentación. Cuando el niño se enoja con la madre, su molestia puede expresarse en el rechazo de la comida que ella prepara: el comer puede ser un símbolo de lucha entre el hijo y la madre y el rechazo de ésta un síntoma de algo más.

Algunas causas

1. Los padres pueden eventualmente equivocarse en el tamaño de las porciones y quieren que su hijo coma más de lo que necesita.

2. El entorno familiar puede afectar el apetito del niño, como por ejemplo:  el nacimiento de un hermano, falta de dedicación por parte de sus padres, un deseo de llamar la atención o cualquier cambio en su vida…

3. Contrariamente hay niños que toman la postura contraria y devoran sin degustar la comida. Esta voracidad ante el alimento nos está hablando de un problema sin resolver. Debemos reflexionar y atender a las causas de esta ansiedad, además de procurar motivarle para que coma más despacio, saboreando los alimentos y tomando una postura reposada en la comida.

4. El niño puede convertirse también en el niño inapetente manejado por una madre autoritaria y nerviosa que crea un ambiente tenso de disgusto, con prisas y amenazas en vez de hacer de la hora de la comida un momento de encuentro y diálogo, de tranquilidad y afectividad.

5. Otro tipo de niño es el que come a cualquier hora menos a las horas de las comidas. LO que evidencia una falta de límites o en su defecto una falta de congurencia en los límites ya establecidos en el hogar.

6. Es frecuente también que durante la enfermedad, el apetito descienda a un bajo nivel. Los niños comen mal por razones fisiológicas, por esa razón cuando están convalecientes y les forzamos a comer, podemos introducir factores emocionales y transformar el comer en un símbolo de lucha entre la madre y el hijo que puede alargarse posteriormente a la enfermedad. En cambio, cuando no se le obliga y se cura de la enfermedad, al volver al nivel normal, la necesidad de alimento regresará a sus normas anteriores.

Un punto importante es tomar en cuenta la fase evolutiva en la que está el niño para comprender la apetencia o rechazo de ciertos tipos alimentos. Los bebés comen mucho, ya que el crecimiento que experimentan a lo largo del primer año es muy grande, siendo más pausado a partir del segundo año. Al introducirle la alimentación sólida, ya no necesitan ingerir tanto, pues están recibiendo una alimentación equilibrada y sana. No hay que “atiborrar” a los niños y pensar que cuanto más coman, más sanos estarán.

La hora de la comida es importante crear un ambiente familiar óptimo, apropiado para la socialización, el diálogo y la relación afectiva con el niño. Por tanto es importante crear una atmósfera agradable, de charla e intercambio. Cuando se produce tensión y disgusto, podemos llegar a crear un niño inapetente, sólo por nuestra actitud negativa de gritos, ademanes bruscos o impositivos.

Hay que tener en cuenta que en estas edades el niño es un ser muy activo y por tanto debemos servir la comida con mucha agilidad y motivar al niño para que no se dilate demasiado la hora de la comida. Es preferible quitarle el plato en un tiempo prudencial que dejarlo durante horas delante de él.

Otro factor que hay que tener en cuenta es que el niño en estas edades desarrolla intensamente sus conocimientos a través de los sentidos. Le gusta verlo y tocarlo todo. Hay que permitir por lo tato una flexibilidad en cuanto a los hábitos en la alimentación para que el niño tome parte activa en la misma pues, tocando los alimentos y jugando con la cuchara, aprenderá pronto a comer solo.

Incentivándolo para valerse por sí mismo ante la comida, estamos consiguiendo un interés y apetencia por la misma. Además fomentamos la independencia y fortalecemos su autoestima.


Dra. Laura Camacho Alfaro
Licenciada en Psicología.

Clínica Arvicana
Teléfono: 2560-8001

No hay comentarios:

Publicar un comentario