martes, 23 de octubre de 2012

El hijo sándwich, mito o realidad

El hijo sándwich, mito o realidad
 
Hace algunas décadas, la psicología se abocaba a pensar que efectivamente el hijo de en medio tenía ciertos comportamientos y actitudes, por el simple hecho de ocupar este lugar entre los hermanos.
 
Estudios recientes revelan que esto no es así, que este apelativo no es más que parte de una tendencia, una corriente o preferencia que se mantiene en el tiempo. Si bien es cierto se han observado ciertas reacciones particulares entre los hijos sándwich, no obstante no se puede generalizar.
Ningún ser humano nace con una etiqueta, los padres deben tener en consideración que la infancia deja huellas imborrables en el niño, que posteriormente se van a reflejar en su personalidad. 
 
Ningún hijo, debe recibir un trato diferente de otro o bien, no podemos especular con que tendrá determinado comportamiento al ser el primogénito, el segundo o el último. Entonces como podemos explicar que el fenómeno casi no se presenta en casos donde el mayor es hijo varón, la segunda es niña y el tercero es varón; la niña seguirá siendo única y eso le da un lugar de privilegio.
No hay padre o madre de familia que no se fascine con su primer hijo, el nacimiento de este nuevo miembro de la familia quedará grabado en su memoria por el resto de su vida.
 
El primer hijo es con quien los padres desarrollan esa maravillosa habilidad de experimentar la maternidad y la paternidad.  No obstante, al no tener experiencia actúan ansiosos, tiene una gran expectativa en este hijo, se le presiona para que avance muchas veces a pasos agigantados con respecto a su desarrollo.
Por lo tanto este hijo será responsable, meticuloso, sobre-exigido y autoexigente; cada logro que este hijo alcance será ampliamente celebrado, compartido y comentado.
 
¿Acaso fue esto escogido por el primogénito?
Claro que no, simplemente es producto de las expectativas de sus padres, quienes proyectaron en él sus temores, deseos y frustraciones.
 
Cuando llega el segundo hijo, los padres ya están más relajados, tiene más experiencia, son más consistentes  y son más tolerantes.  Generalmente no presionan a sus pequeños a dejar pañales, a caminar o comer solitos, finalmente saben, que en algún momento de la vida lo harán, en el marco de un ambiente de entera libertad.
Esto puede ser hasta ventajoso para el pequeño.  Cuando nace el tercer hijo, los padres se sienten aún más confiados en las habilidades que han desarrollado como padres de familia y no solo se limitan a educar a su pequeño, si no, que se preocupan en consentirlo quizás un poco más.  Esto puede ser contraproducente para el hijo mayor o el segundo, si notan que el trato con ellos no fue igualitario.
 
Cuando los padres de familia predisponen la crianza de su hijo de en medio, el niño o adolescente puede presentar dos comportamientos completamente contrarios.   Pueden convertirse en niños muy tímidos y retraídos, o por el contrario, como acto de rebeldía ser los más revoltosos y hasta presentar comportamientos rebeldes.
Lo que realmente determina este tipo de comportamientos es la personalidad de los padres, la personalidad del niño o adolescente, la dinámica familiar, la relación de padres e hijos y la relación entre hermanos.
 
¿Cómo podemos prevenir este tipo de comportamientos?
*      Aceptar a cada hijo como es, con su esencia.
*      Darle a cada hijo un lugar, un rol de acuerdo a quien es, de acuerdo a sus fortalezas y debilidades, a su potencial y características propias.
*      No comparara a los hijos ni hacer diferencias.
*      Festejar siempre los logros, señalar la conducta negativa, no etiquetar.
*      No ver al hijo como se quiere que sea, sino como el realmente es.
*      Reforzar constantemente su autoestima.
*      Fomentar el diálogo y la comunicación, que el niño se sienta en la libertad de transmitir  emociones tales como, amor, alegría, enojo, temor, entre otras.
*      Demostrar siempre un amor genuino, incondicional, esto ayudará a que el niño fortalezca su seguridad, convicción, confianza en sí mismo y por ende tenga un autoconcepto positivo.
*      Dedicándole tiempo. Así se lo conocerá y se lo podrá potenciar en sus talentos.
*     Darle la responsabilidad de realizar  tarea específica en el hogar en la que se sienta cómodo. Con responsabilidades, el niño tendrá un lugar en su casa. Se sentirá participando e importante.
*     Nunca sobrevalorar la capacidad afectiva del niño para arreglárselas solo, el niño puede interpretar muchas cosas a nivel intelectual, lo cual no quiere decir que lo comprenda a nivel emocional y afectivo.  Por eso es un error hacer crecer a los niños de golpe, hay que acompañarlos en el desarrollo de cada etapa sin presión alguna.
Es momento de preocuparse y buscar ayuda profesional cuando el asunto pasa a tener ribetes patológicos, por ejemplo si ese hijo tiene problemas para relacionarse con sus hermanos y sus amigos del colegio, si siempre se siente postergado y no aprende a compartir; si se siente incapaz de competir y de ganarse un espacio; si tiene problemas de adaptación y pasa "agotado" o se convierte en el payaso permanente de la casa con tal de llamar la atención.

 

“Tener un hijo no lo convierte en padre, del mismo modo en que tener un piano no lo vuelve pianista” Michael Luvine
Dra. Laura Camacho Alfaro
Licenciada en Psicología
Clínica Arvicana, Heredia
Teléfono: 2560-8001

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