Los hijos ante la muerte
¿Cómo ve su niño la muerte de acuerdo a la edad?
0 a 2 años: No identifican el término muerte como tal, no obstante
perciben la ausencia de la persona cercana que ha fallecido. Son capaces de responder a cambios de rutina,
de cuidadores y al caos familiar.
Viven un duelo y lo manifiestan a
través de conductas de protesta, desesperación y desapego.
3 a 5 años: A esta edad los niños manejan un pensamiento mágico y egocéntrico, por
tanto ven a la muerte como temporal y reversible, similar a dormir. Es normal que quieran mantener una “relación”
con la persona que ya no está por medio de rezos, cartas y conversaciones. En este sentido, quien ha fallecido
"está en el cielo", y por lo tanto desean escribir y visitarle.
6 a 8 años: La muerte puede interpretarse como un castigo. A esta edad, logran identificarla como un
hecho irreversible pero no universal, o sea no logran visualizar que afecta a
todos.
9 a 12 años: Se adquiere la concepción “adulta” de la muerte;
final, irreversible y universal.
Destaca, a esta edad, mayor
dificultad para comenzar a hablar del tema y una alta dependencia de atención
del padre o la madre.
El fallecimiento de una persona
cercana, puede llegar por medio de dos situaciones específicas:
a.
Enfermedad terminal.
b.
Muerte súbita.
En cualquiera de estos dos casos,
para el niño es muy significativo que el padre le hable de este y cualquier
otro tema con la verdad y que además, sea coherente con lo que dice y con lo
que hace.
Particularmente, en el caso de
enfermedad terminal de algún miembro de la familia, es necesario participar al
niño de este proceso de duelo, explicándole de acuerdo a su edad maduracional y
etapa del desarrollo que es lo que está pasando y cuál va a ser el desenlace de
esta persona cercana.
En el caso que la muerte se de de
forma súbita, hay que avisarle al niño lo antes posible, preferiblemente el
padre, la madre o ambos padres de familia.
¿Qué puedo contestar si el niño pregunta, qué es la muerte?
Cuando su pequeño le cuestione
sobre que es morir, la respuesta es simple;
morir, es dejar de vivir, es el término de una vida.
¿Qué otros cuestionamientos pueden surgir?
a.
¿Tú te vas a morir?
b.
¿Y yo?
c.
¿Cuándo?
Aquí es importante ser directo y
hacerle saber al pequeño que la muerte puede llegar en cualquier momento y bajo
circunstancias diferentes. Algunos
padres, ante estas dudas, les contestan a sus hijos que van a morir cuando sean
viejecitos, con la finalidad de no angustiarle pero esto no es real; de presentarse la muerte en edad temprana el
pequeño se va a angustiar mucho, además que, el poder darse cuenta que le
mintieron le va a causar desconfianza e inseguridad y el concepto de muerte que
se forme puede ser negativo.
¿Cómo reaccionan los niños ante la muerte?
Pueden presentarse las siguientes reacciones:
Tendencia al llanto, el mismo aumenta con la
edad.
El niño puede albergar la esperanza de que la
persona fallecida volverá; no obstante
en ocasiones reconocen de mala gana que eso no sucederá y se ponen tristes.
Podrían fantasear con la persona viene por
noches, que juegan juntos o que lo abraza. Puede que digan que lo sienten, que
lo ven o que hablan. Lo esperan con regalos o se portan bien para él.
Puede que expresen miedo de morir ellos también.
El duelo en los niños
Hoy por hoy se reconoce que los
niños experimentan el duelo, sin embargo durante este proceso los niños muestran
algunas características distintas a la del adulto, por ejemplo:
No se retraen: se tornan demandantes, necesitan
comprobar que sus necesidades serán satisfechas. Buscan un sustituto para no
perder la seguridad.
Desilusión hacia el familiar fallecido: pensamientos
de abandono, traición y desilusión por el padre muerto o pérdida de confianza,
lo que puede generalizarse a quienes siguen vivos.
Emociones fluctuantes: rabia, pena, ansiedad,
confusión. No están siempre tristes.
Duelo más prolongado que los adultos: la pérdida
va adquiriendo un nuevo significado según la etapa del desarrollo que van
viviendo.
Recomendaciones para los padres en el manejo del tema
1. Ser honestos: Aunque resulte doloroso hablar precozmente de la
muerte. Explicar acorde a su edad y lenguaje, recordándole su irreversibilidad.
Aceptar todas sus preguntas.
2. Evitar confundir al niño utilizando conceptos poco adecuados
(ej. "la muerte es como dormir", o sea "dormir es peligroso, por
lo tanto si me duermo no despertaré ")
3. Invitarlo a participar en los ritos fúnebres: Explicar con
anterioridad lo que verá y escuchará. Permitir ver el cuerpo si lo pide y
acompañarlo, nunca forzarlo.
4. Motivarle a expresar lo que siente: observar sentimientos de
pena en la familia hace que el niño los vea como aceptables; jamás restringir su expresión (ej "no
estés triste", "tienes que ser valiente").
5. Respetar su manera de confrontar la pérdida: consentir cierta
irritabilidad, menor rendimiento escolar, cambios en el apetito, regresión en
pautas de comportamiento, juegos ruidosos o "morbosos" (ej. Jugar
"a morirse o al funeral"). Dar espacio a sus temores: ("¿yo tuve
la culpa?, ¿quién me va a cuidar?")
6. Mantenerse Emocional y físicamente inmediato: tranquilizarlo
constantemente: ("yo estoy aquí, no te voy a dejar solo").
7. Cuidado de no parentalizar al niño con roles que no le
corresponden: esto en caso de que sea alguno de los padres de familia el que
fallezca; ("ahora tienes que cuidar a la mamá").
Dra. Laura Camacho Alfaro
Licenciada en psicología
Clínica Arvicana, Heredia. Teléfono 2560-8001
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