jueves, 5 de julio de 2012

Las cargas de mi bulto

Por un dolor muy fuerte en la espalda de mi alma, decidí chequear con qué es que cargo el bulto con el que todos los días salgo a trabajar, a conversar, a tomar café, a recoger a mi hija, en fin a vivir. Sentía que la espalda se me partía en dos y ya no aguantaba más porque ni las compresitas de calor que me daban las tardes de sábados durmiendo me aliviaban. Sentada en el sillón de la sala de mi casa, muy en serio dije "Hasta aquí".

Empezó el chequeo. Lo primero que saqué pesaba demasiado. Era un calendario tallado en piedra con doce mujeres perfectas que me recordaban todo lo que yo no era: las curvas, los dientes, los ojos, la nariz, los senos, las caderas, el estómago...no celulitis, no estrías, no mondongos, no arrugas, no, no, no yo!! Una por una las pegué contra el suelo y el bulto de viaje quedó más liviano. Bueno, más o menos, porque en la emoción del chequeo, saqué una cosa que ni me imaginaba que había conservado.

Eran 15 fotos. El marco de cada foto era de cemento. Los rostros que veía eran de gente que había jugado "tiro al blanco" conmigo y habían tenido mucho éxito en su juego! Detrás de cada foto había una explicación hecha a mano, por mí, de lo que la persona me había dicho o me había hecho. Cada herida estaba ahí como si hubiera sido hoy en la madrugada que hubiera pasado...Jamás creí que eso pesara tanto... Habían fotos de gente con quien tuve algún encuentro de niña, qué increíble, cómo tenía yo guardado esto! Sí, las palabras habían sido muy duras, muy injustas, pero ya todo eso había pasado... Por supuesto tardé rato en sacar una a una las fotos... Y el bulto seguía lleno...

Ay, lo que me encontré en un zipper, queditito, muy cómodo... Un saquito lleno de monedas de culpa. Qué espanto! Detrás de cada una, decía el año en el que yo había dañado a alguien, o había elegido mal, o había provocado una gran herida fuera por lo que fuera. Pero el saquito tenía adentro otro, y otro, y otro saquito más y más monedas... Fui sacando eso y de viaje ese lado del bulto quedó planito.

Seguí. Había una bolsa enorme que contenía los miedos más grandes que tengo. Cada miedo venía en una cajita de mármol, sin llave, muy fácil de abrir. El primer miedo: que se muera mi hija. El segundo: que me muera yo ¿y mi hija?. El tercero, que se mueran mis papás, ¿lo soportaré?. El cuarto, que todos estemos vivos pero que mi soledad no se muera...El quinto, un combo en el que se mueren todos y yo quedo de última en soledad. El sexto, el sétimo, el octavo, el noveno... Todos, todos los miedos estaban intactos como si fueran fuerzas supremas que nadie puede quitar, soberanas, haciendo de las suyas, bien cuidadas. Cada una era como una novela perfectamente montada, con actores de primera, muy caros!. Tomé cada cajita y la quemé. Lloré mucho porque en el miedo había invertido mucho tiempo, tiempo que ahora sé que gasté.

Y así fui chequeando... Sería muy mentirosa si digo que tardé una mañana… No, esto lo vengo escribiendo después de meses y meses. Eso sí, el bultito no puede estar vacío. En la trinchera de la vida, en esta guerra interna, hay que andar bien apertrechado.

El bulto que ando ahora tiene 12 fotografías mías, de doce momentos distintos en los que por ser yo quien soy, pude salir adelante. Con mis estrías y mi celulitis, salí adelante, tuve mis logros, acepté desafíos, aproveché oportunidades. A las fotos de "los que me hicieron daño" las sustituí con otras de gente a quien amo y me aman. A las cajitas con miedo no las reemplacé. La realidad que no puedo cambiar es suficiente como para agregarle el drama que el miedo le da a lo que ya es duro de aceptar.

Pero tengo un secreto más: el bulto, por menos peso que tenga ahora no lo cargo sola. Le pedí ayuda a El... Y vieran! Cuando quiero meter algo pesado, porque soy buena para eso, El me sugiere que se lo dé de una vez y ni siquiera llega al bulto. Yo no sabía que era tan sencillo. Saber que mi pobre espalda cargó tantos años algo que sólo había que vaciar...

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Por Lizeth Castro

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