martes, 18 de septiembre de 2012


Los hijos ante la muerte

 Aproximadamente a los cuatro años de edad el niño puede empezar a cuestionarse sobre el tema de muerte y re direccionar sus dudas hacia alguno de los padres de la familia.  La muerte no es un argumento del cual se hable diariamente, es un tema delicado y hay que tratarlo con mucho tacto para evitar causar un efecto negativo en los niños.

¿Cómo ve su niño la muerte de acuerdo a la edad?

0 a 2 años: No identifican el término muerte como tal, no obstante perciben la ausencia de la persona cercana que ha fallecido.  Son capaces de responder a cambios de rutina, de cuidadores y al caos familiar.

Viven un duelo y lo manifiestan a través de conductas de protesta, desesperación y desapego.

3 a 5 años: A esta edad los niños manejan  un pensamiento mágico y egocéntrico, por tanto ven a la muerte como temporal y reversible, similar a dormir.  Es normal que quieran mantener una “relación” con la persona que ya no está por medio de rezos, cartas y conversaciones.  En este sentido, quien ha fallecido "está en el cielo", y por lo tanto desean escribir y visitarle.

6 a 8 años: La muerte puede interpretarse como un castigo.  A esta edad, logran identificarla como un hecho irreversible pero no universal, o sea no logran visualizar que afecta a todos.

9 a 12 años: Se adquiere la concepción “adulta” de la muerte; final, irreversible y universal.

Destaca, a esta edad, mayor dificultad para comenzar a hablar del tema y una alta dependencia de atención del padre o la madre.

El fallecimiento de una persona cercana, puede llegar por medio de dos situaciones específicas:

a.       Enfermedad terminal.

b.      Muerte súbita.

En cualquiera de estos dos casos, para el niño es muy significativo que el padre le hable de este y cualquier otro tema con la verdad y que además, sea coherente con lo que dice y con lo que hace.

Particularmente, en el caso de enfermedad terminal de algún miembro de la familia, es necesario participar al niño de este proceso de duelo, explicándole de acuerdo a su edad maduracional y etapa del desarrollo que es lo que está pasando y cuál va a ser el desenlace de esta persona cercana.

En el caso que la muerte se de de forma súbita, hay que avisarle al niño lo antes posible, preferiblemente el padre, la madre o ambos padres de familia.

¿Qué puedo contestar si el niño pregunta, qué es la muerte?

Cuando su pequeño le cuestione sobre que es morir, la respuesta es simple;  morir, es dejar de vivir, es el término de una vida. 

¿Qué otros cuestionamientos pueden surgir?

a.       ¿Tú te vas a morir?

b.      ¿Y yo?

c.       ¿Cuándo?

Aquí es importante ser directo y hacerle saber al pequeño que la muerte puede llegar en cualquier momento y bajo circunstancias diferentes.  Algunos padres, ante estas dudas, les contestan a sus hijos que van a morir cuando sean viejecitos, con la finalidad de no angustiarle pero esto no es real;  de presentarse la muerte en edad temprana el pequeño se va a angustiar mucho, además que, el poder darse cuenta que le mintieron le va a causar desconfianza e inseguridad y el concepto de muerte que se forme puede ser negativo.

¿Cómo reaccionan los niños ante la muerte?

*      Pueden presentarse las siguientes reacciones:

*      Tendencia al llanto, el mismo aumenta con la edad.

*      El niño puede albergar la esperanza de que la persona fallecida volverá;  no obstante en ocasiones reconocen de mala gana que eso no sucederá y se ponen tristes.

*      Podrían fantasear con la persona viene por noches, que juegan juntos o que lo abraza. Puede que digan que lo sienten, que lo ven o que hablan. Lo esperan con regalos o se portan bien para él.

*      Puede que expresen miedo de morir ellos también.

El duelo en los niños

Hoy por hoy se reconoce que los niños experimentan el duelo, sin embargo durante este proceso los niños muestran algunas características distintas a la del adulto, por ejemplo:

*      No se retraen: se tornan demandantes, necesitan comprobar que sus necesidades serán satisfechas. Buscan un sustituto para no perder la seguridad.

*      Desilusión hacia el familiar fallecido: pensamientos de abandono, traición y desilusión por el padre muerto o pérdida de confianza, lo que puede generalizarse a quienes siguen vivos.

*      Emociones fluctuantes: rabia, pena, ansiedad, confusión. No están siempre tristes.

*      Duelo más prolongado que los adultos: la pérdida va adquiriendo un nuevo significado según la etapa del desarrollo que van viviendo.

Recomendaciones para los padres en el manejo del tema

1. Ser honestos: Aunque resulte doloroso hablar precozmente de la muerte. Explicar acorde a su edad y lenguaje, recordándole su irreversibilidad. Aceptar todas sus preguntas.

2. Evitar confundir al niño utilizando conceptos poco adecuados (ej. "la muerte es como dormir", o sea "dormir es peligroso, por lo tanto si me duermo no despertaré ")

3. Invitarlo a participar en los ritos fúnebres: Explicar con anterioridad lo que verá y escuchará. Permitir ver el cuerpo si lo pide y acompañarlo, nunca forzarlo.

4. Motivarle a expresar lo que siente: observar sentimientos de pena en la familia hace que el niño los vea como aceptables;  jamás restringir su expresión (ej "no estés triste", "tienes que ser valiente").

5. Respetar su manera de confrontar la pérdida: consentir cierta irritabilidad, menor rendimiento escolar, cambios en el apetito, regresión en pautas de comportamiento, juegos ruidosos o "morbosos" (ej. Jugar "a morirse o al funeral"). Dar espacio a sus temores: ("¿yo tuve la culpa?, ¿quién me va a cuidar?")

6. Mantenerse Emocional y físicamente inmediato: tranquilizarlo constantemente: ("yo estoy aquí, no te voy a dejar solo").

7. Cuidado de no parentalizar al niño con roles que no le corresponden: esto en caso de que sea alguno de los padres de familia el que fallezca; ("ahora tienes que cuidar a la mamá").

 

Dra. Laura Camacho Alfaro

Licenciada en psicología
Clínica Arvicana, Heredia. Teléfono 2560-8001